Autoridades no pudieron evitar una fiesta clandestina en Francia
Cinco policías resultaron heridos y un joven de 22 años perdió una mano durante disturbios registrados cuando los agentes dispersaron una fiesta clandestina que reunió a unas mil 500 personas en el oeste de Francia, informaron este sábado las autoridades locales.
Más de 400 gendarmes intervinieron durante la noche para impedir la “rave” –fiesta multitudinaria clandestina– en Bretaña, cerca de la localidad de Redon. Según la prefectura, los juerguistas intentaron montar la fiesta en el hipódromo de la localidad.
La operación policial no culminó totalmente hasta el sábado en la tarde, después de que los jóvenes intentaran volver al lugar del encuentro. La policía utilizó gases lacrimógenos para sofocar el nuevo intento, comprobó un periodista de la AFP.
Cinco hombres fueron detenidos”, precisó el fiscal de la ciudad de Rennes (oeste), Philippe Astruc.
La fiesta había sido organizada a pesar del toque de queda vigente a partir de las 23H00 (21H00 GMT), y que será levantado el domingo debido a la disminución de los casos de coronavirus en Francia.
El prefecto del departamento Ille-et-Vilaine, Emmanuel Berthier, denunció “disturbios de gran violencia”.
Según el prefecto, “1.500 personas” se habían reunido para rendir homenaje al joven Steve Maia Caniço, quien murió en Nantes (oeste) hace dos años durante la Fiesta de la Música, que se celebra cada 21 de junio, al caer al río Loira cuando la policía intervino para dispersar una concentración.
Según el prefecto, “los enfrentamientos extremadamente violentos duraron gran parte de la noche, más de siete horas”, y hubo lanzamientos de cócteles molotov, bolas de petanca y bloques de hormigón.
El prefecto consideró que la policía se enfrentó a “gente que tenía un objetivo, pelearse con la”.
Era la guerra”, comentó Flo, un joven de 22 años.
Este año, la Fiesta de la Música se celebrará el lunes con normas sanitarias para evitar brotes de covid-19, con espectáculos solo con asientos, la prohibición de “conciertos improvisados” en la calle o en bares y restaurantes y la exigencia de tener un pase sanitario en los lugares que acojan a más de 1.000 personas.